
La Navidad originalmente es la celebración de la estación invernal. El 21 de diciembre es el momento en el que la Tierra está mas alejada del sol; por tanto, es cuando recibe menos luz, menos calor.
Es época de frío y sombra. Y en esta situación climatológica, lo que corresponde es el recogimiento, la paz, la calma, el silencio y la intimidad.
En la civilización en la que vivimos, llena de recursos electrónicos, de consumismo y aparente abundancia, se confunde la celebración navideña; la cual, en realidad, se centra en el fuego silencioso y tranquilo del hogar.
Desde el Cristianismo nos llegan otras influencias, no muy lejanas al sentido invernal. La imagen de un pesebre es aquella donde la familia y el recogimiento adquieren un lugar predominante.
Ahora bien, el nacimiento de Cristo nos viene a recordar que pese al frío y las sombras, es también un tiempo de calor y claridad. Es el mismo simbolismo que el del fuego, que el de la leña ardiente en el centro del hogar.
En un tiempo de oscuridad, viene a recordar que el fuego interno, íntimo, personal o familiar, nunca se apaga. Que el amor a los seres queridos mantiene unidos y en paz los corazones.
Muy bienvenidos el solsticio y la navidad del año 2020, en el que por circunstancias de la vida, la celebración vuelve a adquirir este sentido personal y calmado frente al social y frenético de las décadas pasadas.