Las Constelaciones chamánicas surgen de añadir elementos de sanación ritual o ancestral a las Constelaciones familiares.
Las Constelaciones familiares originalmente se sustentan en los órdenes del amor o leyes naturales que rigen los sistemas humanos: pertenencia, prioridad y compensación. En esta versión, se denominan también "movimientos del alma".
En una segunda versión, la intervención del facilitador es menos teórica y más abierta a lo que sucede de forma espontánea o fenomenológica; dejando que sea la Consciencia universal la que ordene lo que está disarmónico y se las llamó "movimientos del Espíritu".
En ambos casos, su objetivo final o, si se quiere, su discurrir natural, es la reconciliación, el encuentro o la aceptación desde lo más profundo del corazón. La apertura del sentimiento es, sin duda, su elemento principal.
Durante una Constelación chamánica es posible, por tanto, asistir a cantos sagrados, rituales con elementales, órdenes del amor, diálogos de comprensión, movimientos energéticos, espacios para la liberación emocional o incluso sanaciones corporales.
Las Constelaciones, realizadas en grupo, pueden asimilarse a un círculo de sanación, donde cada participante ocupa un lugar y desde él contribuye a la curación individual y de la totalidad. El facilitador, por su parte, es el "maestro de ceremonias", que canaliza la energía del grupo para llevarla a buen puerto.